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Parece que a Google le encanta crear especificaciones que vayan en contra de la naturaleza abierta de internet, ya que cada pocos meses encuentran una nueva manera de hacerlo. Esta vez nos enfrentamos a la polémica API de integridad del entorno web o WEI, por sus siglas en inglés (Web-Environment-Integrity).
A día de hoy no hemos encontrado ningún mensaje oficial de Google sobre ello, así que puede que esto sea sólo el trabajo de algún ingeniero que no cuente aún con el apoyo de la dirección de la empresa. Aún así, parece que este trabajo ha estado llevándose acabo durante más de un año, y el resultado es tan tóxico que Google debería, por lo menos, darnos una explicación de por qué ha permitido que este desarrollo se lleve a cabo durante tanto tiempo.
¿Qué es la integridad del entorno web? Una idea peligrosa
La característica en cuestión, descrita en https://github.com/RupertBenWiser/Web-Environment-Integrity/blob/main/explainer.md, ha sido bautizada como Web Environment Integrity, o integridad del entorno web. La idea es tan sencilla como peligrosa. Le ofrecería a los sitios web una API que les dijera si el navegador y la plataforma que se está usando en ese momento es de confianza, según una tercera parte. Los detalles no están claros, pero el objetivo parece ser evitar las interacciones falsas con los sitios web. Esta puede ser una motivación noble, y la lista de ejemplos que se mencionan parece razonable, pero la solución es terrible. Also así como la gestión de derechos digitales (DRM), pero para sitios web.
Es interesante tener en cuenta el primer uso que se menciona: asegurar que las interacciones con los anuncios sean reales. A priori esto no resulta problemático, pero deja entrever la idea de que Google quiere usar cualquier método para reforzar su plataforma de anuncios, sin importar el daño que eso pueda ocasionar al resto de usuarios de internet.
A pesar de que el texto menciona el riesgo de excluir a comerciantes (entiéndase como otros navegadores), solo hace un pequeña amago de hablar del problema sin ofrecer ninguna solución real.
Entonces, ¿cuál es el problema?
Simplificando, si una entidad tiene el poder de decidir qué navegadores son de confianza y cuáles no, no hay garantía de que confiarán en un navegador en concreto. Cualquier nuevo navegador, por defecto, sería rechazado hasta que hubiera alguna prueba de que fueran de confianza. Aquellos usando software antiguo que no diera soporte a esta especificación también sería excluído de internet.
Y lo que es peor aún, el primer ejemplo que dan de quién decidiría estos asuntos es Google Play en Android. Lo cual quiere decir que Google decidiría qué navegador es de fiar en su propia plataforma. Difícilmente puede ser una decisión imparcial.
En Windows, lo más probable es que dejaran la decisión en manos de Microsoft a través de la Windows Store, y en Mac, en manos de Apple. Así que suponemos que Edge y Safari no tendrán problemas. La suerte del resto de navegadores la decidirán estas tres empresas.
Puede que eches en falta a Linux en el párrafo anterior. Esta es una de las grandes incógnitas. ¿Se excluirá a los usuarios de Linux de internet? ¿O será Canonical quién decida, al controlar los repositorios? Nadie lo sabe. Pero la cosa no pinta bien para Linux.
Además, parece que uno de los objetivos es asegurar que sean personas de verdad las que interactúan con los sitios web. Pero no aclara cómo se pretende lograr este objetivo, lo cual nos deja con bastantes dudas.
¿Se recopilarán datos de comportamiento para determinar si los usuarios actúan de la manera que se espera de un ser humano? ¿Y si las herramientas de accesibilidad que generan contenido de manera automática hacen que el navegador que se esté usando quede catalogado como «poco fiable»? Por el momento se menciona una excepción para modificaciones y extensiones de los navegadores, pero o bien la API es inútil y no sirve para nada, o se deberán aplicar también restricciones en este ámbito.
¿No podéis negaros a implementarlo?
No es tan fácil. Cualquier navegador que eligiera no implementarlo pasaría a la «lista negra», por lo que los sitios web que utilizaran esta API podrían rechazar a los usuarios de esos navegadores. Además, Google tiene formas de impulsar la adopción de estándares por parte de los sitios web.
Para empezar, pueden hacer que todas sus páginas dependan de esta función, y no ser capaz de mostrar las páginas de Google es una sentencia de muerte para la mayoría de navegadores.
Además, podrían forzar que los sitios que utilicen Google Ads tuvieran también que utilizar esta API, lo cual tiene sentido, ya que su objetivo es evitar las interacciones falsas con los anuncios. Esto llevaría a la ruina a cualquier navegador que no diera soporte a la API.
Pero hay esperanza.
Es más que probable que la legislación europea impida que unas pocas empresas tengan en su mano la capacidad de decidir qué navegadores están permitidos y cuáles no. Se haría mucha presión para que las decisiones fueran lo más justas posible.
Lo malo es que la legislación y los sistemas judiciales tienden a ser lentos, y no hay manera de prever el daño que se puede hacer mientras los gobiernos y los jueces examinan esta cuestión. Si se permite que salga adelante, será un golpe duro para la open web.
Por todos es sabido que el dominio de Google sobre el mercado de navegadores les da el poder de convertirse en una amenaza existencial de internet. Cada una de las ideas que han aportado en los últimos tiempos (FLOC, TOPIC y las sugerencias de cliente) ha ido por el mismo camino.
Este nuevo concepto es más de lo mismo, pero supone una amenaza mayor, ya que podría usarse para presionar a Microsoft y Apple a que cooperen con Google para limitar la competencia, tanto en el mundo de los navegadores como en el mundo de los sistemas operativos. Es necesario que rechacemos esta idea y que hagamos lo posible por evitar que se lleve a cabo.
En Vivaldi siempre estamos atentos a los cambios implementados por las grandes corporaciones, para poder rechazar los ataques contra la naturaleza abierta de internet. Pero la única solución a largo plazo es que Google juegue limpio. La legislación ayuda, como también lo hace disminuir su cuota de mercado.
De la misma manera, nuestra presencia es más fuerte con cada nuevo usuario de Vivaldi, lo cual nos permite ser más relevantes en estas discusiones. Confiamos en que los usuarios de internet descubran lo que está pasando y elijan un navegador que no participe de estas estrategias.
La lucha por un internet libre va a ser larga, y hay mucho en juego. ¡Ponte de nuestro lado!
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